El mundo ha cambiado, y el camino hacia la digitalización se ha acelerado bajo la influencia del coronavirus. Siendo el miembro más antiguo del equipo de contenidos, mis pensamientos fueron directamente hacia los problemas que afectan a la privacidad; no hablo necesariamente de un Gran Hermano, simplemente de lo que estamos dispuestos a “entregar” para sentirnos normales nuevamente. Me pidieron a mí, Mr. Retro, que hablara sobre este el momento que atravesamos. Ya saben, cuando lo normal es cualquier cosa menos aquello a lo que estamos acostumbrados.
Fui el elegido – Tal vez esperaban que hablara en este blog de los peligros de tener una “solución tecnológica para todo” bajo la perspectiva de quien viene de la vieja escuela… Pero como autor, siento la presión de hacerle justicia a este tema, de explorar qué es lo que realmente se viene (en el ámbito digital) y qué rol juega la ciberseguridad en todo esto – más importante, de cuidar cómo “nosotros, los más antiguos” podemos equilibrar nuestras vidas personales y laborales, la privacidad y la seguridad, y, ahora más que nunca, la oportunidad.
Ese equilibrio es subjetivo y personal. Aquello que puede considerarse seguro (por ejemplo, para una compañía o un gobierno) puede ser menos privado (para el empleado o el ciudadano). En oposición a esto, la transparencia podría volverse crítica para la oportunidad; existen reportes que muestran que los gobiernos están considerando emitir certificados de inmunidad del coronavirus, que habilitarían a quienes los llevan a mayores “libertades”. Si bien aún queda mucho por investigar sobre la inmunidad adquirida mediante anticuerpos de COVID-19, conocer el estado de una persona podría ciertamente influenciar su movilidad social y económica.
Asistencia – Tener y mantener un medio de vida es probablemente el mayor factor de estrés en estos días. Nadie quiere enfermarse o tener la necesidad de conseguir recursos que escasean. Hablemos entonces de médicos, asilos de ancianos, y eventualmente, jardines maternales y guarderías. No quiero entrar en detalle, pero las cosas están cambiando, y rápido. Incluso con las regulaciones temporales de distanciamiento social – seamos conservadores y digamos de seis meses a un año – la gente dependerá cada vez más de las comunicaciones digitales para reemplazar los encuentros en persona.
Los médicos y sus equipos de trabajo se volcarán a la telemedicina para ayudar a cubrir la carencia en la cobertura – hablamos de consultas médicas y sesiones de terapia. Estas consultas virtuales generarán documentación electrónica que guiará cada vez más a médicos y pacientes hacia la salud digital como una práctica estándar. Esto pondrá a prueba los sistemas de comunicación y el hambre de los usuarios por conseguir un equilibrio entre la privacidad y la seguridad. Los asilos de ancianos, que asisten a los más vulnerables, podrían ofrecer otra visión de esta transición, al introducir el contacto digital a una población que poco conoce de tecnología y comunicaciones virtuales.
A nivel global, las plataformas y los procesos de comunicación deberán afrontar los desafíos de seguridad: específicamente, ingresos y autenticación, y cifrado (datos/información) del producto de esas interacciones, ya sean registros médicos, órdenes médicas, prescripciones, facturaciones, o comunicaciones entre miembros de la familia, profesionales de la salud o abogados (por ejemplo: redacción de testamentos o poderes notariales).
Educación – Ya sea en la escuela o a través de la escolarización en casa, el rol del e-learning es ampliamente debatido. Y si bien las discusiones seguirán latentes, la necesidad de dar continuidad a través de medios digitales se ha infiltrado en los sistemas educativos de todo el mundo. Con muchos ya ejecutando plataformas especialmente creadas para ofrecer educación en línea, como la popular EduPage en Europa o Alma en Estados Unidos, hasta el reciente uso masivo temporal de servicios B2B de colaboración y videoconferencias como Cisco Webex o MS Teams, la educación seguirá transformándose por la necesidad de estar distanciados – esto es inevitable.
La antigua resistencia hacia una educación desde casa, parcial o absoluta, y el aprendizaje en línea para los niños y jóvenes en etapa escolar también está cerca de convertirse en una cuestión a discutir. Las clases y el soporte tendrán componentes digitales y basados en los hogares; la disputa en torno al formato de si serán sistemas virtuales o híbridos a futuro puede esperar; pero en cuanto la escolarización en línea, ya ha llegado su hora.
Dicho de otra forma, la pregunta no es cuándo podrá hacerse esto efectivo sino qué tan seguro será. Las actividades de rutina, desde asignar tareas hasta cuestiones más privadas como entregar notas o reportes de conducta, caen inmediatamente bajo la categoría de “información personal”. Siendo la gran mayoría de los estudiantes menores de edad, será aún más necesario asegurar y proteger la información personal producida en el curso de los programas educativos. Imagina un Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) reforzado.
¿Y qué hay de los “hechos”? La plaga de noticias falsas y engaños será un desafío. Históricamente, el estado jugó un rol central en establecer la currícula nacional, en ciertos casos incluso generando materiales oficiales. Sin embargo, en este período liminal, en medio de lo que fue y lo que será, la puerta está potencialmente abierta a perspectivas y materiales no-sancionados. La respuesta aquí será más educación. Será crítico además formalizar la educación en ciberseguridad y añadirla a la currícula nacional.
Comercios y entretenimiento – Nos guste o no, muchos modelos de negocio “tradicionales”, ya dejados a su suerte en 2018, entrevieron su fin en 2019. El mundo migró hacia los más modernos servicios de streaming de películas, y los de música batallaron entre sí por la cuota de mercado. Los comercios minoristas pasaron a ser dominados por enormes sitios de venta en línea como Amazon, AliExpress y Alibaba que, en 2020, ampliaron sus ofertas de películas y servicios en la nube para perfeccionar la gestión de su cadena logística. Esto incluye la incursión de Amazon en supermercados libres de pago en caja, logrado gracias al uso intensivo de tecnología de reconocimiento facial. Para poner un broche de oro a estos desarrollos, Amazon reportó ingresos trimestrales que representan unos $10.000 USD por segundo durante el primer cuarto de 2020.
Otra consecuencia de estos cambios ha sido el auge de los e-sports y deportes virtuales, que están generando números realmente altos en términos de cobertura mediática y dinero en premios. También fuimos testigos de la masiva migración de ciclistas y corredores hacia plataformas de entrenamiento virtuales como Zwift, TheSufferfest y TrainerRoad.
Dejando de lado las populares plataformas y aplicaciones, estos modelos de negocio y servicios relativamente modernos ya estaban experimentado un crecimiento antes del confinamiento global. Los sitios mencionados de entrenamiento deportivo virtual como Zwift tienen ahora una bomba termonuclear en sus manos, gracias al impacto del aislamiento y el encierro en la forma de liberar endorfinas. Incluso ciclistas profesionales, a quienes les han cancelado la primera mitad de sus temporadas, se han sumado a Zwift para desarrollar versiones virtuales de sus carreras y seguir entrenando con la esperanza de volver a la normalidad.
Si tomamos el hecho de que los atletas profesionales hayan llevado su entrenamiento y sus carreras a plataformas digitales, un lugar popularizado inicialmente por los fanáticos, como algo simbólico, podemos concluir entonces que, actualmente, muchas áreas de nuestras vidas ya tienen su contrapartida digital esperando a que los usuarios “accedan”.
Conclusión – Entonces, si dos lujos discutibles como el deporte y el fitness pueden ser reproducidos en línea, y algunas necesidades básicas como la escuela y la medicina también se dirigen hacia allí, quizá un individuo pesimista de la generación X como yo pueda comenzar a imaginar dónde estaremos en pocos meses.
Más allá de qué tanto estemos forzados a (dadas las circunstancias), o elijamos, digitalizar nuestras vidas, hay una certeza: que para hacerlo lo menos doloroso posible, asegurar la interfaz digital con nuestras vidas físicas es crucial. ¿Por qué? Porque, queramos o no, una se ha vuelto crítica para la otra. Dentro de nuestra seguridad informática reside nuestra privacidad, y, de hecho, el acceso a la vida que llevamos ahora.
Muchas de las herramientas y tecnologías que nos mantienen protegidos ya están puestas en marcha. Hay cifrado para hacer del robo de información una tarea más difícil y costosa al momento de sacar rédito. Hay factor de múltiple autenticación para asegurar que tú, y solamente tú, accedes a información, comunicaciones o cuentas críticas, y hay tecnologías de seguridad en múltiples capas, ofrecidas por proveedores como ESET, que monitorean, detectan, alertan y bloquean cientos de miles de amenazas diariamente.
Sin duda, el eslabón débil somos nosotros, el factor humano. Nuestra forma de pensar la seguridad y nuestro conocimiento de los riesgos y las consecuencias simplemente no son suficientes sin las tecnologías y herramientas adecuadas para interactuar de forma segura en el mundo digital. Estos cambios nos llevarán al extremo a la hora de protegernos a nosotros mismos, a nuestros negocios y a nuestro trabajo. Apuntan de forma directa a cómo accedemos a la oportunidad, la identidad y la autoexpresión.